«La educación artificial será una herramienta más con la que aprender, sin olvidar nunca los fundamentos básicos»

Por Juan León

Convencido del poder de la inteligencia artificial, a la que respeta y de la que aventura posibles futuros escenarios distópicos, Manuel Pimentel (Sevilla, 1961), editor de Almuzara, Of Counsel de Baker McKenzie y exministro de Trabajo, cree que el sistema educativo estará sometido a una tensión ineludible ante la velocidad de los cambios en la adquisición de los conocimientos.

Manuel Pimentel

Usted es un apasionado de la historia. También ha sido ministro de Trabajo. Aunando estos dos mundos, ¿cómo cree que un ciudadano de hace dos siglos vería el trabajo hoy?

Nos creemos que ha cambiado mucho, pero hay una parte que entendería perfectamente, como la mayoría de los oficios que tenemos. Desde una perspectiva casi arqueológica, hasta ahora solo ha habido una gran revolución en la organización del trabajo y fue en el Neolítico. Entonces, el empleo ya conllevaba hacer algo bien dentro de una especialización; hasta ahora, cuando lo digital está diluyendo estos perfiles. Cuando no entendería nada será dentro de diez años. De cara al mundo laboral, estamos de lleno en la segunda gran revolución de la humanidad, entendiendo la primera hace unos 12.000 años, en el Neolítico.

¿Y cómo imagina el trabajo que está por venir? 

De aquí a 2030 habrá transformaciones profundísimas no solamente en las formas de trabajar, sino que habrá también un nuevo modelo de sociedad. Han nacido conceptos empresariales nuevos, como una economía colaborativa a través del trabajo en complejidad. Esto significa que pasamos de que una persona haga una función determinada para producir algo concreto a unos equipos complejos mediante la interacción hombre-máquina. Se ve en los robots que operan con una precisión increíble. ¿Quién está detrás? ¿El cirujano, el informático, el mecánico? Todos ellos juntos. Nos tenemos que quedar con una idea: este cambio no ha hecho más que empezar.

Trabajo y formación están íntimamente relacionados en un mundo cada vez más digital. ¿Qué ajustes se tornan necesarios para adaptar el currículo formativo a las nuevas necesidades laborales?

Hay dos grandes ámbitos de formación: por una parte, la formación continua (vinculada a la vida laboral), la que tenemos que aprender constantemente. Pero, por otra parte, existe un reto superior, que es la educación curricular; es decir, la escolar y universitaria. Todo cambia tan rápido que uno estudia materias que, una vez terminada la carrera, van a estar superadas. Aquí el reto es educar en aprender; en educar para adoptar una actitud de aprendizaje permanente; en dar unas bases que te permitan después estudiar. Creo que la educación se va a someter a una fuerza-tensión por la velocidad de los nuevos conocimientos que se requieren en el mundo, en la vida y en la sociedad. 

«Antes, los conocimientos servían por lo menos para veinte años. Ahora no duran ni veinte meses»

Manuel Pimentel
Manuel Pimentel

Al mismo tiempo, está muy presente la condición sine qua non de las habilidades o las competencias (skills). ¿Va el mercado formativo en sintonía con las necesidades de los empleadores? De no ser así, ¿qué hace falta para que se desarrollen de manera complementaria? 

En estos momentos, en los que las revoluciones tecnológicas se aceleran, siempre va a ir por delante la realidad más que la formación. Por eso, primero tiene que adaptarse lo más rápido posible y enseñar los fundamentos de adaptación para comprender los cambios. Ahora mismo hay cierto renacer de las humanidades, porque en medio de esta complejidad y la interacción máquina-hombre tenemos que ver el factor humano. No obstante, el sistema educativo está haciendo un enorme esfuerzo tanto en titulación (grado, máster, experto universitario, formación profesional) como en habilidades. Esta transformación sería irreconocible hace dos siglos. Antes, los conocimientos servían por lo menos para veinte años. Ahora no duran ni veinte meses.

A los cambios sociales y laborales se añaden los tecnológicos, que suceden a un ritmo vertiginoso. ¿Cómo las innovaciones en este campo están acelerando y, al mismo tiempo, transformando la formación y la educación?

Estoy escuchando algunos debates curiosos. Una cosa es la tecnología como gran concepto que se transforma muy rápido, con lo cual en la formación habrá que dar unos rudimentos básicos que permitan a los jóvenes acercarse a ella. Pero sobre todo darles la motivación y las herramientas que les permitan adaptarse y seguir estudiando. Que la dinámica no pare, y es ahí donde veo ese gran concepto. Otra cosa es la tecnología dentro de la educación: también hay algunos debates sobre si son buenas estas tabletas para la educación en algunos centros; si es bueno o no que sea completamente en pantallas o deben escribir [en papel]. Creo que hay un debate muy vivo entre pedagogos en estos momentos que deberá tener una solución a corto plazo. 

Entre ellas, destaca la inteligencia artificial. ¿Qué papel le augura dentro de la esfera educativa?

Al igual que los diccionarios fueron cambiando hasta llegar internet, que nos permite acceder a muchos conocimientos, ahora el valor humano es otro: tenemos el concepto de inteligencia artificial, de la que vemos los primeros avances y que va a afectar muchísimo a la educación. No obstante, uno siempre tiene que pensar cuál es el valor diferencial que aportamos. Yo creo que [la educación] va a cambiar. Vamos a tener que contar, por ahora, con la educación artificial como una herramienta más que deben aprender. Pero, al mismo tiempo, no podemos nunca olvidarnos de los fundamentos. Si el sistema digital colapsase, la humanidad debe tener unos conocimientos básicos para sobrevivir sin inteligencia artificial. Por tanto, la educación tiene que seguir dando esos conocimientos básicos pre inteligencia artificial, pero al mismo tiempo otros para saber utilizarla y para identificar cuál es el valor diferencial humano, que es muy importante.

«Las políticas públicas son de una extraordinaria importancia»

¿Qué les diría a aquellos críticos respecto a que esta tecnología merma el desarrollo del pensamiento crítico?

Llevamos cientos de miles de años avanzando en tecnología. Mientras, el pensamiento crítico va mutando de foco, de prioridad, de interés. La tecnología es un imperativo y, guste o no guste, ha llegado para quedarse. La humanidad lo que ha hecho es evolucionar a lomos de este caballo, que ahora está muy desbocado porque es muy rápido, son muy profundos los cambios. Estamos entrando en una nueva era y eso nos somete a un esfuerzo muy grande. Sin embargo, creo que sí que se está desarrollando un nuevo pensamiento crítico en el que nos vemos en nuestro papel como individuos ante una inteligencia que ya nos supera hoy en día o hasta qué punto las grandes corporaciones que la manejan pueden manipular nuestras decisiones. El pensamiento crítico tiene un ámbito enorme de posibilidades y va cambiando, como por otra parte ha hecho desde el principio de los tiempos. 

¿Cuál es el papel de las políticas públicas respecto al devenir de la formación y la educación? 

Las políticas públicas son de una extraordinaria importancia. Una de las cuestiones más básicas que tiene cualquier Estado es la educación. En estos momentos, es muy difícil acertar el tono y el punto de la educación. Antes había conocimientos más estáticos, con planes a medio y largo plazo, pero ahora hay niños que realmente aprenden casi más en entornos digitales. Es fundamental la presencia pública; el problema es que las leyes y la propia percepción van siempre por detrás de la realidad. Es de los momentos en los que más se van a tensionar los requerimientos en educación porque los niños están viviendo ya una realidad y una adquisición de conocimientos que va por delante de lo que la propia escuela les puede proporcionar. 

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