El empleo ante la automatización: el nuevo modelo laboral

Mariana Toro Nader

Convergencia es la palabra clave para comprender la industria 4.0. En el nuevo modelo laboral, los puestos de empleo convergen con el big data, la inteligencia artificial (IA), el IoT (internet of things), el blockchain o el machine learning. Convergen lo digital y lo físico, las personas y las máquinas. Pero ante los entornos laborales cada vez más automatizados, se erige el mito de la destrucción de empleo. ¿Acabará la automatización con los puestos de trabajo? ¿Sustituirán las máquinas la mano de obra?

Es innegable que la cuarta revolución industrial está transformando el mercado laboral y, por tanto, normal que la velocidad de los cambios genere vértigo. Dicho esto, economistas del Deutsche Bank Research afirman que este miedo ante el mito de la destrucción de empleo es infundado. Si se observan datos desde 1755, alegan, los cambios tecnológicos no han aumentado el desempleo. No sólo eso, sino que podría afirmarse que, aunque se supriman algunos trabajos —especialmente los repetitivos y peligrosos— lo más probable es que se vayan a crear otros nuevos que no habíamos conocido, incluso imaginado, hasta la fecha.

La innovación tecnológica permite una mayor eficiencia, lo cual, a la postre, se traduce en productividad. Pero también es cierto que las tecnologías cada vez más sofisticadas requieren de personas especialistas en su diseño y mantenimiento. Esta es la base del planteamiento del Foro Económico Mundial cuando dice que, así como se destruyen los empleos que las máquinas pueden hacer mejor y más rápido, hay que preparar a la mano de obra para los tipos de trabajo que serán requeridos tras la transición.

El caso de Amazon es un ejemplo de cómo se ha dado la reconfiguración laboral. Desde que comenzó a desplegarse la automatización de sus almacenes, la compañía ha creado un millón de puestos de trabajo en todo el mundo y 700 nuevas categorías de empleo, como puestos de ingeniería altamente especializada en hardware y software y empleados con conocimiento profundo en IA o machine learning.  

Actualmente, la robótica se utiliza en unas 300 instalaciones de Amazon en el mundo, con más de una docena de tipos de sistemas robóticos que incluyen unidades de accionamiento móviles, estaciones de trabajo y soluciones de almacenamiento de última generación, mecatrónica y otras tecnologías.

De cara a esta avanzada tecnológica, la compañía no prevé que las personas y las máquinas dejen de trabajar juntas, sino que seguirán haciéndolo de forma más segura y productiva. «Los robots pueden mover cosas con gran precisión, hacer trabajos duros y repetitivos y las personas tienen una capacidad de análisis más ética y entienden una situación rápidamente. La combinación de ambos es el futuro», sostiene Amazon.

Un futuro humanista

En los próximos años, todo apunta a que los empleos que requieren pocas habilidades cognitivas y mucha habilidad física o de carga pesada serán los primeros en automatizarse. En cambio, se crearán trabajos que requerirán de aptitudes sociales, emocionales y cognitivas exigentes; es decir, en general, capacidades inherentemente humanas.

Y es que «los países con mayores niveles de tecnología y automatización tienen menores tasas de desempleo y menos riesgo de automatización de sus puestos de trabajo», explica José Ignacio López-Sánchez, catedrático de Organización de Empresas y CoDirector de GIPTIC.

López-Sánchez sostiene que una de las variables más importantes en la automatización de los puestos de trabajo es el nivel educativo de los trabajadores. «Los trabajadores con un nivel educativo bajo y medio presentan tasas de automatización medias estimadas notablemente más altas en todos los países (44% y 36%, respectivamente), en comparación con los trabajadores con un nivel educativo más alto, como los titulados universitarios (11%)».

Además, la automatización incrementa la riqueza de los países, lo cual puede repercutir sobre la inversión social. De acuerdo con este catedrático, esta riqueza «puede ser utilizada por los gobiernos para reducir la desigualdad mediante políticas redistributivas». Es el caso, por ejemplo, de los países líderes en robotización, como Alemania, Corea y Singapur, donde ha habido un crecimiento sostenido de su economía.

El futuro de las pymes

Como podría esperarse, estos procesos están sucediendo de manera más fluida en las grandes compañías, que cuentan con recursos y experiencia para dar el paso hacia la automatización. Pero, ¿qué hay de las pequeñas y medianas empresas? ¿Cómo están afrontando el cambio de modelo?

Según Juan Pablo Riesgo, exsecretario de Estado de Empleo, «las pymes, como el resto de la sociedad, se están adaptando; es un proceso en el que hay que ayudar. Un ejemplo para ayudar a las pymes a transformarse lo estamos viendo en Amazon, con la capacidad de comercialización que le da su marketplace y la posibilidad de mejorar la eficiencia y eficacia en los procesos logísticos. Ahora, [estas pymes] pueden hasta internacionalizarse».

De la capacidad de transformación en un entorno cambiante están las probabilidades de éxito de las pequeñas y medianas empresas hoy en día. A pesar de que, en efecto, tendrán que enfrentarse a costos iniciales significativos, esa inversión puede verse recompensada en el mercado al ser más competitivas y aventajadas en materia de velocidad y eficiencia.

Las caras de la reconfiguración

La humanidad ha vivido cambios abruptos en los últimos años: entre la pandemia de covid-19, la influencia de los millennials y la generalización del uso del big data y de IA como ChatGPT, los cambios del mercado laboral se han acelerado en España y en el mundo. La digitalización y la automatización han llegado para quedarse y todo apunta a que tendremos que ver cómo orientar la transformación para que el impacto sobre el empleo sea positivo y tenga un foco en las personas.

Orientar la reconfiguración del sector laboral para que la tecnología se articule de forma humanista y ética es esencial. Al mismo tiempo que se fortalecen las cualidades humanas como la resolución de problemas, la reflexión y el pensamiento crítico, también se debe hacer un esfuerzo por que las nuevas tecnologías no repliquen los sesgos y errores humanos. Por ejemplo, que la IA no sea un mecanismo que reproduzca la discriminación por cuestiones de nacionalidad o de género, sino que su diseño justamente trascienda el sesgo y contribuya a la inclusión.

Porque lo que ya ha quedado claro es que el futuro del empleo es híbrido. No solo en cuanto a presencialidad y trabajo remoto, sino también en cuanto a automatización e IA. La sinergia entre los humanos y las máquinas es el camino que está comenzando a recorrer hoy en día la industria y lo más seguro es que esta simbiosis solo se profundice con el tiempo.

Por eso es tan importante que desde lo institucional se apoye y fortalezca la capacidad de todas las empresas, sobre todo de las pymes, para que puedan adaptarse al cambio de modelo y contribuir al crecimiento económico del país, que, a la postre, podría beneficiar a la sociedad en su conjunto. Pero siempre con la máxima de que las máquinas y la tecnología deben complementar a las personas y no al revés.

 

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