Gestionando los desafíos y oportunidades de la Inteligencia Artificial

Por Juan Pablo Riesgo

La Inteligencia Artificial (IA) generativa puede aumentar sustancialmente la productividad laboral en toda la economía. Pero está en manos de los poderes públicos, las empresas y los propios trabajadores que el impacto global neto de este avance tecnológico sea igual de positivo que los precedentes.

De acuerdo con un reciente estudio de McKinsey, la IA generativa podría permitir un crecimiento de la productividad laboral de entre 0,1 y 0,6 por ciento anual hasta 2040, dependiendo de la tasa de adopción de tecnología y la redistribución del tiempo de los trabajadores hacia otras actividades. Combinando la IA generativa con todas las demás tecnologías, la automatización del trabajo podría añadir entre 0,2 y 3,3 puntos porcentuales anuales al crecimiento de la productividad. Sin embargo, los trabajadores necesitarán apoyo para aprender nuevas habilidades y algunos cambiarán de ocupación. Si se pueden gestionar las transiciones de los trabajadores y otros riesgos, la IA generativa podría contribuir sustancialmente al crecimiento económico y apoyar un mundo más sostenible e inclusivo.

La era de la IA generativa apenas ha comenzado. El entusiasmo por esta tecnología es palpable y los primeros pilotos son convincentes. Pero la plena realización de los beneficios de la tecnología llevará tiempo, y está en nuestra mano que se materialicen.

Es urgente invertir en formación e impulsar una regulación adecuada, que garantice la mejora de la calidad del sistema educativo a todos los niveles y lo más consensuada posible para asegurar su estabilidad en el tiempo.

Los empleos que deberían estar más expuestos a esta tecnología no son los que más riesgo corren de ser sustituidos por ella. Los trabajos más expuestos a la IA son los que tienen cualificaciones medias y altas, de acuerdo con un reciente informe de la OCDE. Si bien, en estos últimos la IA opera como un complemento al desempeño de las personas más formadas, lo que no sucede en los cargos que demandan una escasa o nula cualificación. El riesgo de sustitución se da sobre todo en los trabajadores menos cualificados, lo cual es un desafío en términos de inclusión.

De acuerdo con la OCDE, tres de cada cinco trabajadores confesaron estar preocupados por si esta tecnología podía dejarles sin empleo, pero también hicieron referencia a retornos positivos. Tres de cada cuatro profesionales reportaron que el uso de IA había mejorado la calidad de su trabajo, su rendimiento, pero también su disfrute, dado que esta tecnología asumía las actividades más «tediosas» lo que les permitía dedicarse a actividades más interesante. Además, habían notado mejoras en sus salud física y mental por esta mejora de sus dinámicas de trabajo.

Si bien es cierto que la digitalización de procesos productivos mejora sustancialmente su eficacia y eficiencia e impulsa la creación de nuevos puestos de trabajo, también lo es que aumenta la segmentación de trabajadores a consecuencia de la automatización de tareas de bajo valor añadido. Tareas que hasta la fecha venían realizando trabajadores con menor cualificación y renta, y que pone en riesgo su ocupación.

Para que estos desafíos estructurales se materialicen en oportunidades de empleo, es preciso abordar una ambiciosa agenda por el empleo. Una agenda que implique a todos; por supuesto a la Administración, pero a la empresa y a los trabajadores también.

Por lo que respecta a las políticas públicas, es urgente invertir en formación e impulsar una regulación adecuada, que garantice la mejora de la calidad del sistema educativo a todos los niveles y lo más consensuada posible para asegurar su estabilidad en el tiempo. Un sistema educativo que propicie la formación en competencias complementarias a la IA, competencias humanas, cognitivas, socioemocionales, la competencia de discriminar lo que está bien de lo que está mal, el pensamiento crítico. En relación con el mercado de trabajo, es imprescindible la colaboración entre las empresas, las entidades formativas y los servicios públicos de empleo para conseguir un sistema de formación profesional para el empleo y un modelo de intermediación moderno y eficaz a través de una plataforma nacional de recualificación para desempleados, trabajadores y autónomos con el objetivo de mejorar su empleabilidad. Una plataforma que, sobre la base de la extraordinaria información disponible sobre la oferta y demanda de empleos y capacidades, realice un perfilado de los trabajadores, contraste su perfil con el de los empleos disponibles, plantee y ponga a disposición itinerarios formativos y conecte candidatos con las empresas de manera eficiente. En esta materia han sido propuestos proyectos a las autoridades que plantean formar a 6,8 millones de personas con un coste público de 7.000 millones de euros, con un impacto de casi 11.000 millones en PIB y generando 100.000, que bien podrían haber sido incorporados a la Adenda al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

Estos y muchos otros avances en las políticas de empleo son necesarios para conseguir convertir los citados desafíos del mercado de trabajo en oportunidades de desarrollo económico y social. Pero ello no será suficiente. Todos estamos convocados a esta tarea. Por ello, es preciso que estas políticas sean acompañadas de prácticas empresariales de gestión de personas comprometidas y responsables con la promoción del talento, apostando por la inversión permanente en formación. A su vez, hace falta que las empresas apuesten por un desarrollo tecnológico que aumente la productividad laboral e incentive la creación de empleo de calidad. A ellos es imprescindible unir conductas individuales responsables de los trabajadores, comprometiéndose con una recualificación permanente, que, a su vez, refuerce las habilidades que les complementan con la tecnología, en vez de reemplazarla. A fin de cuentas, reforzando su empleabilidad.

En definitiva, los avances tecnológicos, la automatización e IA tienen un extraordinario potencial. Pero es responsabilidad de todos, gobiernos, empresas y trabajadores, potenciar las oportunidades y desafíos que conllevan, ambos de extraordinaria entidad.

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