De la llama al código: la importancia de formar mentes curiosas en la era digital

Por Elena Gorostiza, directora de Alianzas Internacionales de Code.org en EMEA

Elena Gorostiza

De la primera llama que domó el ser humano surgió la civilización. Con ella no solo cocinamos alimentos para el cuerpo, sino también para el alma a través de incontables cuentos que nos hicieron entender mejor el mundo que nos rodeaba. Un mundo que empezábamos a cambiar. Hoy, al calor de la revolución digital, tenemos la mayor capacidad de impacto sobre nuestro entorno, pero, lamentablemente, las herramientas para hacerlo están en unas pocas manos.

Porque mientras confundimos ser nativo digital con dominar la tecnología y conocer sus entresijos, damos acceso a nuestros jóvenes a todo un universo de productos informáticos, en muchos casos desde edades muy tempranas. Pero no nos engañemos, son (y somos, mayoritariamente) meros usuarios pasivos. Lo que les deja en manos de quien los diseña. Quienes, a veces, asumámoslo, no tienen el bien común en mente.

Por eso es tan importante enseñarles a utilizar el lenguaje en el que se está construyendo el mundo: el lenguaje de la informática. Comprender bien el entorno en el que vivimos exige entender cómo funcionan las máquinas. Porque, lejos de circunscribirse a ámbitos profesionales técnicos, la informática impregna todas las formas actuales de comunicación, creatividad y desarrollo personal y profesional. La programación, la inteligencia artificial y la ciberseguridad no son solo conceptos abstractos; son herramientas poderosas que permiten a los estudiantes enfrentarse a los desafíos del siglo XXI.

Elena Gorostiza
Elena Gorostiza

Por eso resulta imprescindible integrar plenamente las ciencias de la computación en el currículum educativo y formar a todos los niños y niñas en su comprensión y dominio. Solo así serán sujetos activos de la revolución tecnológica, y no solo consumidores. Además, les situará en una posición de igualdad de oportunidades porque la tecnología no discrimina. Por el contrario, abre una potencialidad sin límites. Y de la misma manera que estudiar programación favorece el pensamiento estructurado o ayuda a una mayor tolerancia a la frustración, aprender informática fomenta habilidades como la lógica, la creatividad, la resolución de problemas y el pensamiento crítico. Y, además, les da las herramientas para construir un mundo mejor. 

Si incluimos esta formación en primaria y secundaria, además de entender la informática, serán capaces de crear tecnología desde una visión ética y humanista, poniendo en el centro sus preocupaciones generacionales. Porque algunos de los grandes retos de la humanidad, como el cambio climático, pasan por encontrar alternativas a nuestra actividad económica e industrial, lo que, necesariamente, pasa por nuevas tecnologías.

Y si hablar del futuro es hablar de la sociedad y la economía que aspiramos a construir, es inevitable pensar en el mundo laboral del mañana. Porque el trabajo nos integra en la comunidad y nos permite colaborar con los demás. Por eso, mucho más allá de ser «simple» motor económico, es el pegamento imprescindible de nuestras sociedades y el impulsor de nuestro porvenir. Sin él, sencillamente, no seríamos tal y como ahora somos. Por eso, hablar de empleo no solo es tratar de cifras o leyes, sino reflexionar sobre nuestras vidas, y cómo y dónde queremos vivirlas. Pero ¿qué les espera a los jóvenes de hoy sin saber leer y escribir en el idioma con el que se escribe nuestro mundo?

Dado el inédito avance en la automatización, la robotización y los sistemas inteligentes, se extiende el miedo a la pérdida de puestos de trabajo. Pero la realidad es que el número de empleos aumenta en las regiones con mayor productividad y mejor adaptación tanto a los requerimientos tecnológicos como a las demandas de la nueva sociedad; esto es, atender los nuevos requerimientos de personas que reclaman salud, atención, bienestar, formación y ocio. En todo caso, sí se prevé que desaparezcan ciertas tareas; por ejemplo, una médica no perderá su trabajo, pero sí tendrá herramientas y gestionará sistemas de datos que le permitirán, por ejemplo, valorar más información para poder ofrecer un diagnóstico temprano y acertado.

La tecnología no discrimina. Por el contrario, abre una potencialidad sin límites.

Así, prácticamente todos los empleos se pueden beneficiar de conocimientos de sistemas digitales, por lo que la formación tecnológica en la escuela y a lo largo de la vida será imprescindible para preparar a los alumnos para el mercado de trabajo que se encontrarán en el futuro. Además, por supuesto, ámbitos como el ocio y el entretenimiento, donde poder diseñar aparte de consumir, serán clave para construir sociedades equilibradas y con diversidad de opciones.

Por eso es tan importante enseñar a las generaciones del futuro a encender y controlar el fuego, y no solo a mirar la hoguera o, en el mejor de los casos, a sujetar una antorcha. Enseñarles a contar historias alrededor del fuego, a crear luz y dar un nuevo sentido a lo que les rodea. Enseñarles a cambiar el mundo.

OTROS POST QUE TE PUEDEN INTERESAR