Una gran parte de los debates en torno a la automatización y la IA y, en general, alrededor del uso de la tecnología, giran en torno a la cantidad de empleo que pueden crear y destruir; debate crucial, ya que los ingresos de los hogares en España dependen mayoritariamente de las rentas del trabajo (no somos rentistas, sino que dependemos del salario para cubrir nuestras necesidades básicas). Otra parte del debate, muy ligado al anterior, se centra en si las personas trabajadoras estamos cualificadas para las transformaciones que la automatización e IA suponen, en definitiva, sobre nuestra empleabilidad en estos contextos. Se habla menos de las transformaciones respecto de la calidad del trabajo, de las condiciones de trabajo asociadas a la automatización y la IA, y se habla aún menos en relación con las potencialidades en cuanto a la reducción o incremento de la exposición a los riesgos laborales; es decir, de sus potencialidades para cambiar condiciones de trabajo que empeoran nuestra salud.
Su impacto efectivo en estos términos (cantidad y calidad de empleo) va a depender de los objetivos a los que se quiera llegar. Estos objetivos no están preestablecidos, ya que los criterios utilizados son fruto de decisiones de personas, incluso empleando la IA.
Cualquier transformación tecnológica, también la automatización e introducción de la inteligencia artificial, tiene potencialidades de mejora en esos tres terrenos: creación de empleo y de empleo de calificaciones medias-altas, con condiciones de trabajo saludables.
La automatización de procesos y el uso de la IA han aumentado y aumentarán en gran medida la eficiencia de los procesos. Esto genera la siguiente pregunta: ¿para qué se va a usar la eficiencia ganada? Sabiendo que la amortización de las inversiones o los costes de su implantación se recuperan relativamente rápido, ¿se podría invertir parte de esa eficiencia en mejorar las condiciones de trabajo, además de aumentar los beneficios? ¿Podríamos pensar en que la automatización y el uso de la IA permitieran humanizar el trabajo en los puestos llamados de ejecución u operativos, para reducir el gradiente social de enfermedad? En primer lugar, se podría utilizar la eficiencia ganada por la automatización y la IA para reducir el ritmo y la carga de trabajo, las altas exigencias cuantitativas de estos empleos o la intensificación del trabajo, reduciendo la cantidad de trabajo exigida, aumentando personal, cambiando la tecnología, los procesos, etc.
En ese marco de trabajo menos intensificado y con menos carga de trabajo, si aún tuviéramos margen de mejora de condiciones de trabajo, se podrían diseñar e implementar puestos de trabajo con un contenido enriquecido; por ejemplo, recomponiendo procesos (incluyendo desde tareas de contenido cognitivo más elevado a las actividades operativas como tareas de mantenimiento, de soporte administrativo, de control de calidad…), introduciendo procesos consultivos grupales sobre la forma en la que realizar el trabajo o componiendo equipos de mejora interdepartamentales, donde la participación directa grupal de trabajadores y trabajadoras fuera más allá de los cinco minutos informativos sobre las exigencias del día y los errores o aciertos del día anterior e implicara movilizar habilidades y conocimientos ya adquiridos y nuevos, además de incrementar la influencia de los trabajadores en la cotidianidad laboral (asumiendo las propuestas o discutiéndolas, por ejemplo) manteniendo reuniones de trabajo durante la jornada laboral que duren más de media hora e impliquen un cambio real en los contenido del trabajo. Ello supondría humanizar el trabajo operativo y de ejecución, pasando a un diseño grupal y enriqueciendo el contenido cognitivo: convirtiendo en más participativos los métodos de trabajo. Las personas somos seres creativos y reflexivos por naturaleza, aunque nos pasemos la jornada laboral haciendo movimientos repetitivos estandarizados por otros, ya sea con máquinas o robots (procesos industriales) o personas (servicios), a un ritmo excesivo dictado por otros. Esta situación, en la que tenemos mucho que decir sobre nuestro trabajo pero no podemos hacerlo, nos enferma.
Se apuntan aquí sólo dos aspectos del trabajo de ejecución que podrían cambiarse con la eficiencia ganada a partir de la automatización y el uso de la inteligencia artificial, porque sabemos que estos dos aspectos conforman una de las peores combinaciones para la salud de trabajadores y trabajadoras, lo que llamamos alta tensión (altas exigencias cuantitativas y bajo control – baja influencia y bajas posibilidades de aplicar habilidades y conocimientos y aprender nuevos en el trabajo), que incrementa entre un 17% y un 31% las posibilidades de padecer enfermedades cardiovasculares y en un 77% las posibilidades de padecer depresión, según la evidencia científica derivada de estudios considerados de la mayor calidad, los longitudinales o con grandes bases de datos, que permiten descartar el azar y aislar otras causas laborales y extra laborales de estos trastornos de salud*. Además, con ello se revertirían las desigualdades sociales.
Así mismo, se podría hablar de otros muchos riesgos laborales que reducirían esas eficiencias ganadas con la automatización y la IA, como la alta inseguridad en el empleo, que aumenta en un 77% las posibilidades de padecer ansiedad o para paliar el alto conflicto trabajo-vida. También podría ser útil en relación con otros riesgos, como los ergonómicos: nos podríamos referir a cómo continuar el proceso de evitar la manipulación de cargas pesadas, los movimientos repetitivos y posturas forzadas y un largo etc.
En cualquier caso, se trataría de invertir los procesos existentes más prevalentes. En lugar de reforzar el gradiente social de la enfermedad (peor salud de las personas que pertenecen a colectivos que sufren mayores discriminaciones y por ello son más desiguales), hemos de reducirlo actuando en el mundo laboral, utilizando las potencialidades de la automatización y la inteligencia artificial de manera participada a través del diálogo social y la negociación colectiva para co-diseñar esos cambios en las condiciones de empleo y trabajo. Empleo y trabajo de calidad, que permitan una vida digna y no provoquen problemas de salud.
*Información extraída de la meta-revisión de estudios y meta-análisis de datos que las doctoras Niedhammer, Bertrais y Witt publicaron en 2021 – doi: 10.5271/sjweh.3968-